lunes, 4 de julio de 2016

Sociedad y educación: Las Tecnicaturas Superiores Sociales y Humanísticas
Sociedad y Educación: Las Tecnicaturas Superiores Sociales y Humanísticas
            El presente trabajo intenta vincular el derrotero de las Tecnicaturas Superiores Sociales y Humanísticas (en adelante TSSyH) como política educativa, a partir de presentar parte del marco legal, y algunas reflexiones y experiencias que lo largo de sus casi 10 años de existencia han atravesado mi labor como docente y en la gestión educativa[1], con cuestiones vertidas en el desarrollo del curso, especialmente en la segunda mitad donde se hace un abordaje  temático, más histórico-empírico sobre preocupaciones analíticas específicas, como las vinculaciones entre educación y economía; educación y desigualdad; instituciones, actores y prácticas; educación y política, en la creencia que parte del desarrollo del subsistema de TSSyH es heredero de muchas de esas conceptualizaciones.
El  Acuerdo marco A23
            La implementación de estas nuevas ofertas educativa Superior no universitaria surge en el 2005 con la firma del acuerdo marco A 23 por parte de todas las jurisdicciones educativas del país. De dicho acuerdo se desprenden los lineamiento para la planificación de la oferta según diferentes criterios como: Calidad[2], relacionado con la disponibilidad de recursos humanos competentes, con modelos de gestión adecuados, infraestructura y equipamiento apropiados, Equidad, relacionado con la distribución de la oferta que facilite y garantice la igualdad de oportunidades de acceso y desarrollo de la población que opte por la formación de esta naturaleza, Integralidad, relacionado con la articulación institucional entre las ofertas de educación media, polimodal, ofertas de formación continua y /o universitarias, e Intersectorialidad, apuntando a la construcción de la oferta teniendo en cuenta la pertinencia  de la misma atendiendo a requerimientos de sectores socio productivos y socioculturales, de servicios públicos y privados tanto a nivel local, regional y jurisdiccional[3].
            El A 23 permitió implementar en el área sociohumansitica, de las tecnicaturas en administración pública, gestión sociocultural, pedagogía social, seguridad pública, comunicación social y economía social todas orientadas al desarrollo local, cuyos documentos bases permitió rápidamente la elaboración de diseños provinciales en la mayoría de las provincias con fundamento en:
“Las    transformaciones       del  capitalismo     a  nivel   global   en   las  últimas    décadas    han   trastocado irreversiblemente el paisaje político y social de la región. El saldo ambiguo de la modernización y  las  políticas   de   ajuste   que   signaron  los  pasados  años  noventa,  están  indiscutiblemente en  la raíz de la crisis social que aqueja aún hoy a nuestro país”, (Documento base en economía social)
“Dentro del marco de las reformas del estado uno de  los aspectos a considerar es cómo se distribuye la gestión de lo público y qué  implicancias tiene esta definición en cuanto a distribución y construcción de poder. Los espacios de promoción de la participación ciudadana constituyen estrategias valiosas para la democratización del estado en los espacios públicos desde una lógica de afirmación de los derechos. Favorecen la inclusión de nuevos actores en el sistema político que al disminuir la asimetría en la representación social permiten una mayor democratización de los  procesos decisorios”.  (Documento base Administración pública)
“El escenario sociocultural en los albores del milenio muestra, como uno de sus rasgos más singulares, la creciente importancia de la esfera cultural en la reformulación del orden sociopolítico y de las relaciones entre Estado y sociedad, así como en relación con ciertas transformaciones de la economía, y pone también de relieve la significación de la cultura para la reconstitución del tejido social en los contextos de crisis nacional y regional”. (Documento base Gestión socio cultural)
“La actual situación social, signada por el aumento de la pobreza y las profundas transformaciones y desgarros que  llevará tiempo revertir y reparar, convoca a revisar el lugar que la educación puede y debe ocupar respecto de los problemas como las diversas formas de vivir la infancia, la relación entre las generaciones, la búsqueda de modos variados de subsistencia, el trabajo infantil, la relación con las normas sociales, etc”. (Documento base en pedagogía social)
“Durante la segunda mitad de los ‘90, la cuestión de la seguridad emergió en nuestro país como un   tema   político   central   capaz   de   poner   en   juego   la   capacidad   del   Estado   de   cumplir   con   funciones   que   le  son  propias   .  La   emergencia     de  esta   cuestión   en   la  agenda    pública   y  como    tema    de preocupación   social   no   es   auto-evidente   y   es   resultado   de   procesos   con   múltiples   causas. Estas son producto de la vinculación de tres conjuntos de procesos interdependientes. el conjunto de procesos sociales (económicos, culturales y políticos),   la   conformación   de   estructuras   de oportunidades delictivas que permiten que determinadas ilegalidades y formas de victimización (y   no   otras) y finalmente   el   desarrollo   de   la   interacción   existente   entre   esos   dos   fenómenos   y   las respuestas     de   las  agencias   supuestamente      dedicadas     a  prevenirlos   o  controlarlos   y  las reacciones   de   otros   actores   sociales”   (Seguridad pública y ciudadana)
“El mundo hoy gira alrededor de los medios de comunicación: se despereza al son de la radio y opina asomándose a la tapa del diario o a una pantalla, sumergido en un flujo continuo de información e imágenes”… “Los mensajes elaborados sobre el modelo dominante son, precisamente, los que llegan a todos los hogares, los que están siempre a mano, ofreciéndose como compañeros de todos los momentos. Los que forman una huella -demasiado profunda para ser ignorada- en nuestra manera de vivir, de enfrentar el trabajo y el trato interpersonal; en el modo de elegir representantes y de resolver nuestras diferencias; en cómo nos comportamos o nos vestimos, o en los sueños que nos atrevemos a anhelar”. (Documento base en Comunicación social)

            En el análisis de los mismos podemos observar un común denominador que es la necesidad de dar respuestas a toda una serie de procesos sociales (políticos, económicos y culturales) que se consolidaron como consecuencia de las reformas estructurales de los ’90 impulsadas por el neoliberalismo, como la recomposición del tejido social, el  fortalecimiento del rol del estado, la revalorización del orden simbólico cultural local en contraposición a la globalización, la agenda de la seguridad con una mirada más holística y el rol de los de comunicación en los medios masivos. Todos procesos que han querido ser abordados, para generar herramientas, desde la educación y más precisamente desde el Subsistema de TSSyH, para intervenir en una sociedad que ha sido afectada por la crisis, sobre todo una sociedad desmembrada que pueda muñirse de recursos para confrontar a los sectores y discursos cada vez mas excluyentes. Los documentos son una invitación a rever y repensar el rol de la educación no solo para el subsistema sino, para la educación en su conjunto.
            La Resolución 151/11 del CFE
            La resolución 151 viene a ordenar y dar algunas precisiones sobre la organización curricular de las TSSyH, en principio fija parámetros formales y establece los campos de formación en consonancia con las resoluciones del CFE para las denominadas tecnicaturas duras con la expresa intensión que el campo de la práctica profesionalizante asuma:
            a)  Posibilitar la integración de los saberes construidos en los diferentes campos de formación  de  la  propuesta  curricular,  garantizando  la  articulación  teoría-práctica  mediante  la participación  de  los  estudiantes  en  situaciones  concretas  vinculadas  a  las  actividades  del profesional objeto de la formación. 
            b)  Promover  acciones  concretas  en    el  contexto  territorial  al  que  pertenece  la oferta, participando estratégicamente, desde la especificidad de su objeto de formación en  el desarrollo político, económico y cultural del territorio donde se inscribe la oferta formativa. 
            c) también plantea la Existencia  de  dispositivos  institucionales    de  consulta  intersectorial  que  favorezcan  la articulación con el ejercicio profesional, los actores que se consideren relevantes vinculados a la oferta y las políticas públicas que regulan e impactan en el desarrollo del campo profesional.
            d) La  evaluación  que  asume  un  carácter  con un enfoque que debe integrar por lo menos, dos miradas: la propia de los actores del sistema de formación y la de la/s institución/es con la que la institución educativa articula.
            Educación y trabajo
            Este enfoque novedoso busca romper la lógica fragmentada de que la educación solo se encarga de educar puertas adentro[4], establece la necesidad de articular con los diferentes sectores que componen el campo de acción profesional de cada tecnicatura,  de que el territorio ya no sea solo la escuela y este se traslade a las sociedades en la cual se inserta la oferta, pues se entiende que la formación ocupa un rol activo, tanto en lo estrictamente formativo como en la inserción profesional. Desde los diseños curriculares se sugirió como dispositivo de trabajo,  articulador de las dimensiones de la práctica, la conformación de mesas intersectoriales y la elaboración participativa de diagnósticos territoriales a partir de mapa socio-territoriales, los cuales propenderían a generar insumos para la toma de decisiones. Los instrumentos tenían un doble propósito generar instancias de articulación entre diferentes actores que por las propias dinámicas (circulación de poder)  de sus campos de intervención rara vez confluían para afrontar diferentes problemáticas de sus territorios y por otro servir de escenario para los futuros técnicos que en el mismo instante que realizaban el diagnostico social se hacían visibles para los actores sociales del campo especifico, en tanto contribuían a generar/validar su propio campo de acción.
            Aquí se puede pensar que el concepto de territorio es comparable con el concepto de campo de Bourdieu ya que el mismo es pensado como un espacio de lucha conformado por diferentes agentes sociales  que confluyen en defensa de sus propios intereses, en el caso de las tecnicaturas y los institutos que las dictan, se vieron incorporarlas a los campos específicos de la intervención, economía social, comunicación, seguridad pública, administración pública, gestión sociocultural, etc., espacios en los que históricamente era ajeno pues el espacio institucional educativo es un campo en sí, dentro de un sistema de actores, cuestión no menor para analizar los alcances y las implicancias que los propios institutos han tenido en la implementación de las ofertas y los debates resultantes de dicha intervención.
LA TSSyH y el mundo del trabajo, pcia de Santiago del Estero[5]
            Si bien estas cuestiones ya han sido abordadas por Villa y Cardini (2009)a nivel nacional es claro que la representación educativa que tienen los estudiantes de tecnicaturas, al igual que la mayoría de los estudiantes en el nivel superior, simbólicamente representativa, está sostenida por la posibilidad de que el hecho de estudiar es concebido como una inversión por parte de los propios estudiantes, (inversión individual y/o familiar), cuestión en la cual tienen cifradas esperanzas de lograr un posicionamiento social superior al que en la actualidad tienen; ahora el gran desafío fue como vincular una profesión con una “denominación nueva” que si bien como campo tiene plena existencia en los territorios, pero cuya titulación es completamente novedosa por lo menos en el nivel superior no universitario. La estrategia era “abordar” el campo junto con la implementación de la oferta,  siendo los IES (institutos de educación superior) parte del estado y contando además con apoyo de otras organizaciones estatales, a partir del trabajo intersectorial, “esto generaría el espacio político” para la incorporación de los nuevos egresados.  
            Al fracasar el dispositivo intersectorial[6], se genero más presión sobre el campo ocupacional en la cual, salvo algunas excepciones, los puestos disponibles no demandaban mayor profesionalización. Las organizaciones estatales presentes en los territorios donde se implementaron las ofertas y otras organizaciones territoriales entendidas como “agentes empleadores” no generaron ni siquiera el denominado efecto fila (la demanda y la selección de personal), por lo tanto no hubo selecciones favorables a favor de los más calificados.
            LA TSSyH y la desigualdad
            Tradicionalmente la escuela durante el siglo XIX y XX tenía como objeto integrar a los diferentes sectores sociales al Estado Nación, a costa de desintegrar  las diferentes expresiones/identidades sociales culturales, étnicas,  con el pretexto de la modernización de las sociedades y al amparo del Estado como dador seguridad. Al reconfigurar este rol y ante los efectos profundamente desigualadores del mercado, el rol de la escuela y en el caso de los IES se trasforma, programáticamente las TSSyH buscan romper ese rol profundamente diferenciador que se institucionalizó a partir de dispositivos (individualizables) como la evaluación, como el examen, donde el merito y las capacidades de los sujetos fueron los únicos elementos para explicar y legitimar los rendimientos diferenciales. Primero quiere poner en valor las identidades locales y dotarlas de poder en los territorios, cuestión que la Escuela históricamente contribuyó a querer negar, segundo revisar el rol del Estado frente al mercado, no ya para que vuelva a ser lo que fue, sino para evitar los efectos de la competencia salvaje, incorporando además las diferentes expresiones territoriales y recuperando una agenda que atienda a la diversidad cultural desde la gestión, a construir otra mirada de económica, social y popular; a pensar la seguridad no como contraposición a la delincuencia, sino entendida desde la desigualdad socioeconómica, a pensar el campo de la pedagogía como campo social y no como acción individual sobre el sujeto, a romper con la visión hegemónica de la comunicación fuertemente atravesada por el mercado. Claramente esta agenda que instauran las TSSyH puestas en los territorios generó en los sectores sociales predominantes efectos de cierre social, pues irrumpen en las lógicas ya constituidas y operantes tanto en el campo de la seguridad, la comunicación, la pedagogía, la cultura y la administración pública.
            Otro proceso vinculado a  la desigualdad no ya como bandera a enarbolar, está orientado al lugar que dentro del subsistema de conocimiento en el ámbito escolar han tenido y tienen las TSSyH. En efecto buena parte de los diseños curriculares plantean al denominado campo de la practica profesionalizante, como espacio donde es necesario recuperar saberes propio de la práctica o del territorio; ahora bien este proceso llevo a que los saberes del territorio sean incorporados a la práctica cotidiana de los IES, lo que llevo en los referentes de carreras tradicionales de la formación docente a desdeñar esos saberes por considerarlos inferiores[7] a aquellos establecidos por la currícula tradicional y “académica”. Incorporar otros saberes implicó incorporar otros lenguajes; a los cuales la escuela siempre quiso mantener al margen. Ejemplos como representar la Pachamama para gestión socio-cultural, realizar una feria de verduras o de artesanos en los pasillos de los institutos para economía social, o la convocatoria de las ONG campesinas para administración pública, no solo significaba incorporar otros actores a la vida escolar, sino otros lenguajes, otros discursos posibilitadores, propios de  política inclusivas, fuerzas o actores que en un proceso donde operan las reglas de la oferta y la demanda decididamente serian excluidos.
            LA TSSyH, el sujeto
            Juan Carlos Tedesco (2008) introduce la idea de la subjetividad como campo de acción de la política educativa y más precisamente de la escuela en términos institucionales, a partir de la idea de la pérdida de sentido que atraviesa a grandes porciones de la sociedad, producto de un abandono de la idea de hegemonizar del capitalismo actual cada vez más excluyente. Como aparato cultural confronta dos ideas; una la es la idea de trasmitir y la otra la idea de intercambio e saberes o conocimientos, lo cual redefine sustancialmente su rol en estos tiempos. Ahora bien me pregunto ¿cuál es el rol político de las TSSyH? Por lo pronto parten del mismo diagnostico y han establecido como meta recuperar el tejido social (cohesión en Tedesco), pero esta recuperación hace pie como dijimos en poner en valor nuestra identidad y nuestra identidad es parte de nuestra subjetividad, subjetividad entendida como derecho, pues bien, creo que las TSSyH interpretan muy bien esta idea de construir subjetividad, porque hablan del reconocimiento del sujeto como sujeto con capacidad de expresar, de elegir, de apropiación de códigos, saberes y competencias desarrolladas históricamente, habla del sujeto con poder, empoderado, capaz construir condiciones de posibilidad. Una política de construcción de subjetividad se basa en trabajo con otros sujetos y el construir o habilitar al estudiante hacia el campo de la práctica implica generar confianza y diálogo, implica definir un proyecto (insumo necesario del practicante de TSSyH) que sea también un proyecto de vida (Jencks en Gómez, M, clase 11) encuentra gratificante que la motivación individual se articule con la experiencia social como nueva institucionalidad y sobre todo que pueda ser contado. Ese diálogo, ese vinculo, para darse necesita de un ámbito y que mejor que la Escuela/Tecnicatura para eso.
Las TSSyH y la política educativa
            Para finalizar, presentaremos tal vez el punto más nodal del aporte de las TSSyH, pensarlas como política educativa, algunos alcances y limitaciones hemos analizado, a saber: que surge como política frente al avance del neoliberalismo, que busca abrir fronteras en el mundo del trabajo mas allá de lo esperable para una propuesta educativa, que se enlaza con las demandas de mayor equidad social y de reivindicaciones de las diferencias, que busca instalar nuevos discursos sociales y educativos, como intento de construir en el sujeto de/en la educación un proyecto de vida.
            En buena medida creo que las TSSyH heredan de la tradición técnica las dificultades de articulación con el mundo del trabajo, es por ello pretende romper con los muros de la escuela y adentrarse directamente en la sociedad de la que forma parte; en este sentido las TSSyH parecen retomar los postulados de Jencks quien señala que la mejor manera de encarar reformas es de manera directa sobre la economía o mercado de trabajo (en otros términos dotar al futuro técnico de potencial trasformador de la realidad), o en la distribución de capital cultural; es hacerlo directa y coordinadamente con el sistema educativo, y no  indirectamente a través del sistema educativo, que por sí solo no puede hacer nada, cito a Beatriz Sarlo en Pineau Pablo 2008:
                              ”el designo que acompaño la época de Oro de la escuela y la de un modelo civilizador-moderno se apoyaba en tres designios identitarios, “ser alfabetizado, ser ciudadano y tener trabajo asegurado”, que dan cuenta de un conjunto de políticas públicas que aseguraron la integración social de los diversos sectores sociales
            El planteo de Jencks es corroborado por Sarlo en este caso, el mayor esplendor del sistema educativo en la Argentina solo fue posible, si además de ampliar la cobertura escolar, se ampliaban los derechos sociales y políticos y la posibilidad de tener un buen trabajo, roto ese trípode la educación por sí sola no puede resolver los problemas sociales, económicos o de cualquier índole.
            Es en ese sentido que rescato el proyecto pedagógico que las TSSyH encararon hace 10 años, haciendo fuerte hincapié en las limitaciones que hoy tiene el sistema educativo, ampliando los horizontes de intervención.  Aun así creo que no alcanzaron por lo menos en mi jurisdicción los planes de mejora, ni los cursos de capacitación, ni los encuentros nacionales, ni tampoco los proyectos de fortalecimiento jurisdiccional, todos las líneas  mostraron inmensas dificultades para acompañar la implementación de las ofertas en los IES, porque no lograban sostener el dispositivo intersectorial y de vinculación con los territorios; formo parte de equipo provincial del nivel superior de Santiago del Estero de TSSyH y solo podemos dar cuenta de algunos logros puntuales, que tienen que ver con la intervención situada en los territorios, procesos sostenidos por algunos docentes que además desarrollaban actividades en el campo de la economía social, administración pública provincial, la pedagogía social, la gestión sociocultural y algunos directivos que estratégicamente lograron articular demandas institucionales con demandas territoriales.
            Para dar un cierre buena parte de la presentación estuvo atravesada por la idea de una reflexión crítica de la intervención del subsistema de TSSyH, esta idea me llevó al tema de la auto/evaluación pensando principalmente en el anteúltimo párrafo de la última clase, si algo queda en pie de la pretensión noventista es la idea de evaluación (puntual, procesual, integral, de resultados, etc.) entendido este como la calidad de intervención o de eficacia en la intervención del “poder” sobre el sujeto (como doble condición de la violencia simbólica), por lo tanto lo que mide es al poder, pues bien juzgo que las TSSyH buscaron en el sujeto formador al mejor aliado para intervenir al poder, para dotarlo de poder, le permitió entrar a la escuela, abrió el debate, lo quiso otorgar instrumentos, generó nuevas círculos de acción, visibilizó actores, siempre intento intervenir al poder, no solo de la escuela sino al poder desde el campo de acción profesional. Estamos ahí, en la posibilidad.
            Hago propio el lema de las TSSyH como horizonte de deseo.
“…la practica como una transformación de la realidad,
transformación de una realidad en otra realidad
que siempre implica la actividad de un sujeto Humano.”
Jean Marie Barbier[8] 




BIBLIOGRAFIA

Bourdieu, P. y Passeron, ,J.: La reproducción. Elementos para una teoría del sistema de enseñanza. Libro 1. Akal, 1977.
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Consejo Federal de Educación. Resolución 151/11. “LINEAMIENTOS  GENERALES  PARA  LA  EDUCACIÓN  SUPERIOR  TÉCNICA  SOCIAL  Y HUMANÍSTICA” y “DEFINICIONES GENERALES DEL CAMPO SOCIAL Y HUMANÍSTICO Y LOS SUBCAMPOS”. Ministerio de Educación de la Nación.
Consejo Federal Educación. Documento Base De La Tecnicatura En Seguridad Pública Y Ciudadana Orientada A La Formación Policial. Ministerio de Educación. Diciembre 2008.
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Villa, Alicia. Educación y territorios - Tecnicaturas Sociales y Humanísticas Ciclo Formación Virtual 2013 (UNLP/FLACSO/ TSSyH-INFoD) Secretaría de Educación Ministerio de Educación de la Nación
Filmus, D.: “El contexto de la política educativa” en E. Tenti Fanfani (comp.): Nuevos temas en la agenda de política educativa, Siglo XXI Ed./ Unescom 2008isis en la educación latinoamericana, Aique, 1994.
Gómez, M.: “Las encrucijadas de la educación y la economía”, en El mercado de trabajo para los graduados universitarios recientes, EDUNTREF, 2000
Jencks, Ch.: “¿Qué hacer?” en F. Enguita Sociología de la Educación, Alianza, 1999
PINEAU, P. La educación como derecho. Movimiento Fe y Alegría. 2008.
Puiggrós, A.: “Educación y política en el fin de siglo latinoamericano” en Imaginación y crisis en la educación latinoamericana, Aique, 1994.
Tedesco, J. C.: “Son posibles las políticas de subjetividad” en E. Tenti Fanfani (comp.): Nuevos temas en la agenda de política educativa, Siglo XXI Ed./ Unescom 2008.
Villa, Alicia; Cardini A. Educación Superior y profesionalización de las Tecnicaturas. Nuevos desafíos para la gestión institucional y territorial “Latinoamérica interrogada” XXVII Congreso ALAS 2009.
Wansidler, G. Construcción  Y   Desarrollo  DE  Las  Prácticas  Profesionalizantes  En  Seguridad  Pública   Ministerio de Educación. Diciembre 2009.
Wansidler, G. De qué hablamos cuando hablamos de la práctica profesionalizante publicado en Novedades Educativas. 2006.



[1] Desde el 2006 me desempeño como docente en el ISPP 5 de Sumampa Santiago del Estero en la carrera de Tec. en Gestión Sociocultural y desde el año 2013 como referente del área de planeamiento y desarrollo de la oferta en el marco del PFJ de tecnicaturas en la dirección de nivel superior de la provincia de SDE.
[2] Según lo establecido por el inciso e del artículo 15 de la ley de educación superior N° 24.521.
[3] Es evidente que la normativa es heredera de las reformas encaradas por el neoliberalismo en educación e incluso podríamos generar todo un debate alrededor de la igualdad de oportunidades en el acceso, la idea de recursos humanos, calidad educativa, etc., no es la intención discutir estos elementos en el presente trabajo ampliamente abordados en la literatura educativa reciente y si poner otros aspectos menos referenciados en los estudios sobre educación.
[4] La novedad se establece en relación a la formación docente como formación endógena, si bien la practica en las carreras de formación técnica siempre buscaron estar vinculadas a la practica en este sentido las TSSyH proponen un rol más activo y propositivo.
[5] Apartado que surge de los relevamientos socio territoriales y de condiciones organizacionales de los IES en el marco del Plan de Fortalecimiento Jurisdiccional de Tecnicaturas para la provincia de Santiago del Estero.
[6] En el caso del que formé parte integrante durante los años 2006 y 2012 la mesa intersectorial Sumampa que funcionó en el profesorado permitió al instituto desarrollar algunas iniciativas que lo empoderaron territorialmente. La mesa se crea con la implementación de la tecnicatura en gestión sociocultural, participaban el municipio, la agencia de desarrollo regional, vialidad de provincia, cooperativa de agua, las escuelas primaria y secundaria, el destacamento policial entre otras. El primer logro fue la aprobación de la tecnicatura, el segundo fue la implementación del plan manos a la obra del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación, en el cual los estudiantes participaron en la implementación de capacitaciones; el tercer logro fue el acuerdo con el municipio para la creación de la dirección de turismo municipal, el cuarto logro fue la regularización de la cooperativa crecer, de medios audiovisuales y  el quinto logro fue la realización de dos encuentros provinciales de profesorados en los años 2008 y 2009. A partir de la creación de los CIC (centro integradores comunitarios) la mesa perdió convocatoria y tuvo como solución de continuidad la mesa de gestión local del CIC auspiciada por el municipio. En gran parte de la literatura vinculada a las mesas intersectoriales, la participación de los municipios se convirtió en factor de monopolización de la toma de decisiones, afectando la participación real de otras organizaciones, disipando el carácter participativo de las mesas.
[7] Esta incorporación llevo a varios docentes a considerar a las tecnicaturas como carreras de formación destinadas a un público que no puede acceder a otro conocimiento, a considerarlas carreras laxas, fáciles, los hijos bobos del profesorado.
[8] Jean Marie Barbier. Practicas de Formación. Novedades Educativa, 1999.

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