viernes, 25 de mayo de 2018


TRABAJO FINAL

Espacio: Tecnologías Educativas y Currículum
Docente a Cargo: Débora Schneider
Fecha límite de entrega: Sábado 15 de octubre de 2016
Estudiantes: Sandra Alberdi, Leandro San Martín, Rodrigo Veiga y Laura Leonor Schaab

Problemáticas identificadas
El caso nos sitúa en un recorte biográfico de un docente recibido en el profesorado nacional de Bellas Artes en los ‘90 y que toma unas horas suplentes en el 2010 en una escuela secundaria de gestión estatal en un barrio del sur de la ciudad de Buenos Aires. Se trata de su primera experiencia como docente, y lo plantea como un desafío.
La situación narrada es una situación áulica, en la que el docente planifica de antemano una intervención, desconociendo el contexto, planificación que pronto debe tomar otros rumbos, pues supone respuestas que no llegan. Algunas problemáticas identificadas que hacen a la cuestión pedagógica:
      Falta de conocimiento sobre el curso en cuestión.
      Inadecuada selección de tecnología de apoyo a la cátedra (búsqueda por internet sin criterios de búsqueda precisa)
      Desconocimiento de los usos cotidianos de las tecnologías por parte del curso, incluso de las capacidades artísticas.
      Secuenciación didáctica que instala el conocimiento del arte como paso previo a la condición de usuario o dominio creativo del arte y la pintura.
Dos puntos claves a tener en cuenta. El primero, que se desprende de la inexperiencia del docente, es la idea de planificar sin conocer al curso. El desarrollo de actividades de diagnóstico no es ingenuo, sino que sirve justamente para saber con quiénes se está trabajando, conocerlos, acercarse a ellos para de esa forma generar el vínculo áulico necesario para poder sostener una clase. La segunda, la falta de creatividad a la hora de apelar a los recursos tecnológicos. Disponiendo cada alumno de una netbook, se pueden realizar múltiples de actividades de indagación (y de producción) motivadoras para chicos de tercer año. Finalmente el docente pierde el control de la clase.
Análisis
La incursión de la tecnología en el aula...
El caso nos lleva a pensar sobre los desafíos pedagógicos de la enseñanza y el aprendizaje en las aulas teniendo en cuenta las percepciones y las acciones  de los profesores con las nuevas tecnologías en la cotidianeidad escolar.
Las preocupaciones están centradas en la mirada a un sujeto de acción, con necesidades e intereses que se expresan y reclaman, inmersos en diversas culturas; mirada que sin duda exige mutar hacia la noción de heterogeneidad y  pedagogías alejadas de lo tradicional al pensar en la didáctica.
La irrupción de las tecnologías en manos de los estudiantes, como son los celulares, focalizando en el caso que estamos analizando, constituye una  presencia que ya no se puede evitar, el profesor sabe que está y su propuesta los incluye porque sabe que la atención estará dividida entre lo que sucede en el aula y en sus móviles. Negarlos, prohibir su uso, es una estrategia utilizada en muchos cursos. Pero, ¿sirve? ¿No sería mejor enseñar a que se les dé un “buen” uso, un uso didáctico? Es una discusión de vieja data entre los docentes, que continúan sin poder ponerse de acuerdo. “Los docentes utilizan las tecnologías, más de una vez, para romper las rutinas en el tratamiento de los contenidos” (Litwin, E.; 2005, 19). Frente a esta situación nos preguntamos:
¿Qué tipo de propuesta formula el profesor? ¿Guarda sentido y significatividad para los estudiantes? ¿Las nuevas tecnologías fueron planificadas como parte de la propuesta?
La lámina y su consiguiente explicación constituyen desde hace mucho tiempo el primer momento de una clase, agregado el supuesto de una clase que se interesará en el tema y hasta participará de la explicación didáctica. En este sentido los enfoques tradicionales entienden a la ilustración como puerta de entrada a los contenidos, en este caso la ilustración forma parte de un nivel de explicación específica de la clase, es puerta de entrada, pasillo y salida. Ahora la tecnología educativa que ocupa ese lugar de despertar motivacional y que se ubica como puerta de entrada es el celular, y en el imaginario del docente, como apertura a otros contenidos. (Litwin, 2005; 20)
El profesor planifica su clase, tiene una formación inicial sustanciosa que le da seguridad académica y lo habilita para entrar en contacto con el grupo de jóvenes pero las matrices de aprendizaje que todo profesor lleva impresas, salen a la luz, sin dudas en los momentos reales o la práctica profesional, en donde los posicionamientos pedagógicos toman forma concreta más allá de la planificación.
La tecnología irrumpe aquí como la posibilidad mágica de encantar al público desde sus propios intereses y queda atrapada en una condición de herramienta desconocida en relación a los usos y sus limitaciones. Es evidente que en la propuesta no estaba pensado el uso del celular, al menos en el inicio, recurre a él desde su forma de pensar la tecnología en relación a su propia cotidianeidad y específicamente al lugar que tiene en el propio tiempo de estudio sin considerar que  los estudiantes pueden tener otros modos de operar con la tecnología, modos que deben conocerse para enriquecer y dar sentido y significatividad a las prácticas en el aula.
Como dijimos el docente cuando incorpora la tecnología lo hace desde la cotidianidad, cotidianidad donde el uso de dispositivos tecnológicos es abierto y donde se aprende a partir del uso, donde el ensayo y error está permitido, pero en la cultura escolar este proceso no es reconocido como valor y la espontaneidad y la improvisación que permite la prueba de ensayo y error no es reconocida como la mejor manera de vinculación con el conocimiento. (Litwin, E; 2005:21)
Ejemplo: “Profesor: “Ya que todos tienen celulares o las netbook de Conectar Igualdad, ¿por qué no buscan la obra de la lámina?...”
La autora  sostiene que no están explotadas todas las maneras de operar que proveen las tecnologías, pero que todas esas maneras se inscriben en el “ser usuario” o en la práctica de ellas.
Nombra tres usos de las tecnologías por parte de los docentes:
1) como “sistema clásico de información”: el docente es proveedor, el alumno es un consumidor y las tecnologías brindan la información actualizada.
2) como herramientas con contenidos como parte de la clase: la tecnología amplía el alcance de la clase; el docente prepara los usos, los ofrece al estudiante y los incorpora al aula.
3) piensa a los estudiantes como sujetos de conocimiento: las tecnologías ponen en sus manos múltiples opciones, alientan el trabajo en grupo y en colaboración.
El docente no planificó utilizar la tecnología en el aula, pero toma una parte de ella para intentar “salvar” su clase.
Sobre cómo entender la alfabetización
Lo referido hasta aquí nos lleva a reflexionar sobre los distintos lenguajes (lúdico, artístico, científico, literario, tecnológico, entre otros) a partir de los cuales los seres humanos conocemos el mundo, las distintas experiencias en donde reconocemos diversas formas de actuar, interactuar, valorar, sentir, conocer y utilizar diversos objetos y tecnologías.
Esto nos lleva a pensar la alfabetización en un sentido amplio, cultural, que implica conocer sobre las prácticas sociales de las que forma parte, en donde descubrir y valorar las capacidades artísticas de los estudiantes a partir de graffitis o de pinturas en la pared permite interactuar con ellos desde sus emociones, percepciones que muestran intereses y necesidades que pueden ser enriquecidos y ampliados  desde la utilización de diversas  tecnologías a fin de acercarlos en forma natural y significativamente al conocimiento.
De acuerdo a lo expresado por Gee (en “Lo que nos enseñan los videojuegos sobre el aprendizaje y el alfabetismo” pág.:4.), podríamos referirnos a las prácticas docentes en términos de  ámbitos semióticos, cuando estas se refieren a la utilización de  “…una o más modalidades (por ejemplo, lenguaje oral o escrito, imágenes, ecuaciones, símbolos, sonidos, gestos, gráficos, artefactos, etc.) para comunicar tipos característicos de significados” y comenzar a pensar la alfabetización en clave de  una gran variedad de ámbitos semióticos. Como ejemplo tenemos el siguiente momento del caso.
“Cuando pudo recuperarse de su enojo apareció frente a él algo que no había podido ver por la presencia de tantos alumnos: un mural en la pared opuesta, de un metro de altura, lleno de graffitis y de color…”
Siguiendo con Gee, donde explica que vivimos en un mundo repleto de imágenes. Esta es nuestra primera respuesta a la pregunta de por qué deberíamos pensar más ampliamente en el alfabetismo:
     Hay muchas formas diferentes de leer y escribir.
     Cada uno de esos ámbitos tiene sus propias reglas y exigencias.
     Cada uno es cultural e históricamente una forma separada de leer y escribir y, en ese sentido, un alfabetismo diferente
     Y no deberíamos apresurarnos a despreciar esta última forma de alfabetismo ( comics)
Entonces, también atrevernos como docentes, y siguiendo a Salomon, Perkins y Globerson, a reflexionar sobre  la tecnología teniendo en cuenta  la totalidad del entorno social y cultural de la enseñanza y desde allí su influencia “… EN LO QUE HACEN los estudiantes en la CALIDAD de lo que hacen y en él CUANDO lo hacen” (en: Coparticipando en el Conocimiento: La ampliación de la inteligencia humana con las tecnologías inteligentes).
Pero el arte, ¿qué puede aportar al curriculum?, según Edith Litwin, las referencias al cine, a la literatura, a la pintura, los temas de debate contemporáneo hacen que la clase se expanda, se enriquezca y despierte vocaciones (el grafiti es parte de ese despertar) pero este proceso debe estar anclado en la estrategia pedagógica. También es necesario entender que las vivencias que despiertan las diferentes expresiones del arte no se remiten o provocan por simple exposición (como pretendía el docente). Como bien señala Litwin (en DUSSEL, I. y QUEVEDO, L. A; 2010; 72) su propósito se inscribe en la obtención de conciencia más informada e imaginativa para capacitar a los estudiantes en visiones diferentes y no estereotipadas, deben extenderse hacia afuera, cuestión que que estaba presente en el docente y que el relato deja entrever en el final como posible inicio de una nueva “conversación animada de límites imprecisos” (Bruner en Litwin; DUSSEL, I. y QUEVEDO, L. A; 2010; 71)
Algunas claves para la incursión
Incorporar la tecnología no es una tarea sencilla, implica reconocer la complejidad del escenario educativo, Litwin, E; describe esta complejidad a partir del enfoque constructivista de la tríada pedagógica conformada por docentes, alumnos y contenidos describiendo vínculos que van entretejiendo el modo en que se va construyendo el conocimiento.
El profesor del siglo XXI no puede seguir manteniendo las mismas rutinas, pautas y esquemas de actividad que le eran válidas en décadas anteriores. La tecnología imperante en la sociedad ha cambiado; las experiencias, valores y formas de comportamiento de los jóvenes. Por ello, el profesor tiene nuevos retos ante sí como es la sociedad informacional, en la cual el aprendizaje está centrada en el alumno y no en el profesor, el trabajo debe ser cooperativo y colaborativo dentro de comunidades de aprendices utilizando herramientas en múltiples formatos como libros, multimedia, Internet, etc. El currículum es flexible atendiendo a las necesidades de los alumnos. Se evalúa el proceso de aprendizaje.[1] Ingresa aquí la discusión sobre la formación docente, ya que muchas veces se trabaja con alumnos “nativos” informáticos y no disponemos de las herramientas suficientes como para interactuar con ellos.
Ahora bien, ¿puede lograr la tecnología la formación de sujetos más inteligentes? (Salomon, 1992). A partir de la implementación de nuevas herramientas, se forman nuevos sujetos, y nuevas formas de enseñanza y aprendizaje.
Entendiendo que ya no hay alumnos consumidores y docentes proveedores de información, relación antes circunscrita al espacio del aula, es necesario ampliar el alcance de las clases y entender a las tecnologías como herramientas “que ponen a disposición de los estudiantes contenidos inalcanzables” (Litwin en  DUSSEL, I. y QUEVEDO, L. A; 2010; 80). es el docente el que debe preparar a la clase para esos usos e integrarlos en las actividades, pues los estudiantes hoy disponen de mayores accesos a la información pero acceso no es lo mismo que saber reconocer, relacionar, ordenar y jerarquizar esa información “la puerta no es la casa” (Litwin ob cit; 82), entonces los estudiantes naufragan en la búsqueda.
Una clave es enseñar a buscar, cuando es bien cierto que a muchos de nosotros tampoco nos enseñaron a buscar, en todo caso nos mandaban a la biblioteca pero rara vez nos enseñaron a usarla, hoy con internet ese escenario es más complejo pues la escala de información es inmensa e inmanejable y carecemos no solo de criterios, sino también de programas sistemáticos que nos ayuden a operar sobre ella. (Litwin, 82) y poder seleccionar la información considerada valiosa, para desplegar despues actividades cognitivas que el acceso por sí solo no brinda, este puede permitirnos ampliar la curiosidad, realizar descubrimientos casuales, rafentretenernos, pero nuestro rol como docentes va más allá, se trata de formar un lector activo y crítico, un tema que se encuentra ausente de las propuestas pedagógicas en nuestras instituciones educativas, cuestión que amplía el desafío de generar actitudes críticas, frente a un conocimiento  que oculta su génesis y su lógica, es vital para la escuela poder identificar cómo la información disponible se articula con los poderes económicos, políticos, culturales y simbólicos para desentrañar su sentido histórico y la construcción social en la que se inscribe. y el arte y cultura son un muy buen ejemplo para dar cuenta de esta complejidad, en el ejemplo analizado vimos cómo el docente despliega una lógica sobre el arte (renacimiento) que lo pone en un lugar privilegiado del saber, y a su vez lo sitúa en árbitro frente a los despliegues artísticos de los estudiantes.













Bibliografía
DE PABLOS PONS, J. (2009) “Introducción general” e “Historia de la Tecnología Educativa”, en Tecnología educativa: la formación del profesorado en la era de Internet. Madrid: Aljibe.
DELGADO, Marisol. (2010)Las TIC aplicadas al campo educacional, social y de terapia educacional”. V Congreso de entornos virtuales. Historia de la tecnología educativa. UVQ.
DUSSEL, I. y QUEVEDO, L. A. (2010) Educación y nuevas tecnologías: los desafíos pedagógicos ante el mundo digital. VI Foro Latinoamericano de Educación. Buenos Aires: Fundación Santillana.
GEE, J. (2004). Lo que nos enseñan los videojuegos sobre el aprendizaje y el alfabetismo. Málaga. Ediciones Aljibe. Colección: aulae.
LITWIN, E (comp.) (2005) Tecnologías educativas en tiempos de Internet.Buenos Aires: Amorrortu editores.
SALOMON, G. PERKINS, D. BLOBERSON, T. Coparticipando en el conocimiento: la ampliación de la inteligencia humana con las tecnologías inteligentes. Métodos y Técnicas para el educador en las áreas del currículum. Revista CL&E (1992).





[1] DELGADO, Marisol. (2010)Las TIC aplicadas al campo educacional, social y de terapia educacional”. V Congreso de entornos virtuales. Historia de la tecnología educativa. UVQ.


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